ASÍ SON LAS FIESTAS DE MI PUEBLO
En las fiestas de Las Mesas
la alegría es lo primero,
la bebida lo segundo
y los toros lo tercero.
Días antes de la fiesta
ya comienzan los eventos.
Participa mucha gente
y todos están contentos.
Con las peñas, con deportes,
con la música y el juego,
vamos entrando en materia
para lo que viene luego.
El viernes con el pregón,
coronación de la reina,
damas y presentación,
da comienzo la función.
Tirando el chupinazo,
da comienzo la sesión,
de fuegos artificiales
traca, música y follón.
El sábado. Procesión
llevando al santo Patrón,
y por la tarde, el concierto,
que se celebra en su honor.
La juventud y otras hierbas
ya, ni se van a dormir.
Quieren estirar la noche
para ver el sol salir.
El encierro del domingo
aglutina algunos mozos,
viejos, jóvenes y niños.
Los de aquí y los forasteros.
Otros, en cambio, prefieren
marcharse a la procesión,
con la música y EL NIÑO
y mostrar su devoción.
Por la tarde, la corrida.
Donde las peñas animan
a unos toreros de turno
que pocas veces atinan.
La noche se hace muy larga
y algunos se han de marchar,
porque al día siguiente es lunes
y tienen que trabajar.
El lunes sigue la fiesta,
cerveza de bar en bar.
Por la tarde, buena siesta.
Porque hay que recuperar.
La noche vuelve a ser larga.
Los cuerpos van descansados.
Se han duchado, muda nueva,
afeitados y cenados.
Comienza el baile a las tantas.
Es igual, no nos quejamos.
Nos quedan horas de sobra,
incluso ‘pa’ emborracharnos.
El tercer día los cuerpos
ya no admiten más bebida.
Y sin embargo no para
el jolgorio y la movida.
Caldereta por la mañana,
charlotada por la tarde.
Y en el baile resistimos
hasta que todo se acabe.
La gente se va marchando
a casa poquito a poco.
Van tristes porque mañana
no habrá charanga ni toros.
En el ‘día de la bici’,
los colegas y amiguetes,
después de ir a la ermita,
cuentan ‘dimes’ y ‘diretes’.
Llega el domingo y amarga,
ponerle punto final
con una sesión de fuegos
a una semana tan larga.
Y el Niño de la Bola…
¿De todo esto qué nos dice?
‘Que hagamos lo que nos plazca’.
‘Que el todo nos lo bendice’.
Con este santo permiso,
no nos asusta el desmadre.
Durante unos cuantos días
no conoces ni a tu padre.
Si te pasaste con algo
el te lo ha perdonado.
Como solemos decir:
‘que nos quiten lo bailao’.
Así se acaban las fiestas
de este pueblo castellano.
Unos marchan, otros quedan,
y… a esperar otro verano.